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8/05/2012

Hay que sentir la energía de la piedra, pasando la mano por encima de ella se siente

Hay gente que asegura percibir la energía de las piedras con la mano. 

Hay entre esa gente quien no entiende cómo es que otra gente, como yo, no percibe absolutamente nada. 

Me dicen algunos que, estando yo en este tema, tengo que percibir, aprender a sentir la energía, ejercitar esa percepción. 

Si hay gente que puede lograr eso, me parece magnífico. 

Pero mi incapacidad para tal cosa está lejos de incomodarme o hacerme sentir mal. 

Soy un convencido de que cada uno nace con determinadas condiciones, o limitaciones, y que eso es según para qué esté cada uno en esta vida. 

Como divulgador de toda esta temática, no puedo ni debo transmitir a la gente esta falsa idea de que es necesario y es importante que aprenda a sentir energías de piedras con la mano o como sea. 

Porque sabiendo que en los más de los casos resultará imposible para muchos lograr alguna percepción, mi propuesta sólo causaría una frustración en esa gente. 

Por lo tanto, ese mandato dictatorial de que "hay que sentir, hay que lograrlo", no forma parte ni de mis mandamientos para conmigo mismo, ni de mis consejos para los demás. 

Soy una de las tantas personas que han tenido poquísimas experiencias extrasensoriales; no veo ángeles como le sucede a otros y no percibo si un cristal está con buena energía o si está cargado negativamente, así como no percibo ni las buenas ni las malas ondas de la gente ni de los ambientes. 

Esta "inmunidad energética" me permite, transportar cristales sin ser vulnerable a sus cargas negativas si están así cargados, y me permite ir a casas y otros lugares donde vibran cosas malas, sin sentirlas ni sufrirlas, y tratar con gente de baja condición espiritual o mala onda circunstancial, sin que me den ganas de vomitar o me duela la cabeza, y sin que pueda distinguirla de la gente con buena onda, extrasensorialmente, claro, pues observando  y escuchando uno puede notar o suponer cómo son o cómo están las personas. 

En este plano, físico, en éste es que baso mi experiencia en esta vida, hasta tanto tenga yo un cambio, si es que se da. 

Y no me hace mediocre ser un imperceptivo de las energías de los seres vivientes o de las cosas y lugares, porque no es ése el plano en el que se me asignó cumplir mi función en la Tierra en esta vida, en estos momentos al menos. 

Si alguien desea hacer viajes astrales, tratar de sentir las energías de los cristales, ni se lo recomiendo ni se lo pretendo inhibir; que lo haga si lo desea. 

Pero que no sea un imperativo tratar a toda costa de trascender la tercera dimensión y tener experiencias energéticas o de otros planos, porque todavía tenemos muchas cosas, muchos escalones pendientes en la realidad del mundo físico, para irnos a la cuarta dimensión o a la que fuere y fugarnos de las responsabilidades de aquí. 

Sai Baba eligió manejar ciertas fuerzas trascendentes, y la Madre Teresa nunca se supo que obrara milagro alguno a esos niveles. 

Pero sin faraonismos como la opulencia de Sai, ella demostró que sin tanta interdimensionalidad ni materializaciones y otras aptitudes asombrosas, se puede hacer grandes cosas; aquéllas que tenemos mucho más pendientes de cumplir que el desarrollo de aptitudes perceptivas de energías. 

Muchos que dicen percibir, hablar con extraterrestres, ver ángeles, hadas y duendes, han hecho por los demás mucho menos de lo realizado por personas ajenas a todo eso, pero atentas a lo que está pasando en la sociedad, en el planeta, y sin necesidad de trascender a otras realidades, son útiles en ésta. 

Si realmente fuera necesario sentir y conocer a fondo los cristales, para darles el máximo uso posible, conforme a las propiedades que poseen, y lográramos usarlos como lo hicieron los atlantes, terminaríamos con esta civilización así como ellos lo hicieron autodestruyéndose, al no poder controlar las fuerzas que estaban manejando. 

Sabiendo qué clase de mentalidad predomina en la humanidad, lograr un pleno uso de los cristales nos pondría en un seguro autoexterminio. 

Quizá la falta de percepción de ciertas cosas, le siga siendo necesaria a la mente del todavía demasiado imperfecto y peligroso ser humano. 

Y querer manejar  cristales, percibir sus energías, o percibir telepáticamente lo que piensan y sienten los demás, sea inconveniente por un largo tiempo más. 

Si estamos incomunicados extrasensorialmente de las cosas y de las personas, salvo intuición y percepciones infrecuentes, debe ser porque al limitarnos se nos cuida de dañarnos. 

Por cierto, de las personas que han desarrollado ciertas percepciones y poderes, hay muchas que han causado bastante daño. 

Y en cuanto a cristales se refiere, son capaces de programarlos para forzar a otros a que actúen a voluntad del programador. 

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